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Casa Domingo es una antigua casa de labranza convertida en albergue. La estancia es agradabilísima, el albergue es limpio y acogedor. Han optado por calidad y no cantidad. Tienen pocas camas, cómodas y limpias. Hay un patio amplio con hamacas, pensado para el descanso. La cena comunitaria es muy abundante y rica con 5 platos, quien sea vegetariano le varian el menu a su gusto. Los proprietarios, Ana y Gonzalo, son muy amables y servicial, se nota que han sido peregrinos.
